Un vistazo rápido a quién soy

Antes de que me cuentes tu historia, déjame contarte un poco de la mía.

¡Encantada de conocerte!

Soy Cristina, aunque seguramente ya lo sabes si has llegado hasta aquí. Probablemente has estado buscando algo: un espacio seguro, una conversación sincera, una luz para atravesar un momento difícil, o simplemente alguien que pueda acompañarte sin juicio. Y si es así, me alegra que nos hayamos encontrado. Esta página no es solo una carta de presentación profesional, sino también una invitación a conocernos.

Mi formación incluye el Grado en Psicología y el Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad de Málaga. Pero más allá de los títulos, siempre he sentido una profunda curiosidad por entender el mundo interno de las personas, por lo que he complementado mi formación con cursos especializados en gestión del duelo y las pérdidas, así como en intervención clínica ante celopatías e infidelidades en la pareja, entre otros. Y siempre hay alguno más en marcha… porque si no tengo al menos cinco cursos apuntados para hacer, algo raro está pasando conmigo. Para mí, seguir aprendiendo no es una obligación, sino una forma de estar presente y de ofrecer lo mejor a quienes confían en mí.

A lo largo de mi recorrido profesional, he tenido la oportunidad de acompañar a muchas personas en consulta, tanto en formato online como presencial. He trabajado con problemáticas muy diversas: desde ansiedad, depresión, dificultades en las relaciones, procesos de duelo, hasta bloqueos emocionales o malestar sin una causa aparente. Cada historia me ha enseñado algo. El conocimiento cobra vida y se expande en consulta, donde la teoría se encuentra con la experiencia real

Soy la persona indicada si buscas

  • Un espacio seguro, de confianza y sin juicio, donde puedas abrirte con tranquilidad.
  • Sentirte realmente escuchado/a, comprendido/a y validado/a desde el primer momento.
  • Una profesional empática y con vocación de ayudar.
  • Cercanía, sentido del humor y humanidad, incluso en los momentos difíciles.
  • Alguien que conecte contigo y con tu mundo, que entienda referencias culturales como libros, series, películas o videojuegos, y las integre si suman a tu proceso.
  • Un acompañamiento comprometido, donde se respeta tu ritmo y tus necesidades.
  • Alguien que no solo improvisa, sino que recuerda tu historia, se prepara para cada sesión y se implica en tu proceso como si fuera único (porque lo es).
  • Claridad en el proceso terapéutico: saber dónde estás, hacia dónde vas y por qué.
  • Herramientas prácticas, adaptadas a ti y a tu forma de ver el mundo.
  • Alguien que no solo te ayuda a sentirte mejor, sino también a entenderte mejor.

Y esto no lo digo yo: lo dicen quienes han pasado por este proceso conmigo y han querido compartir cómo lo vivieron. Estas son algunas de las cosas que más han valorado.

Mi forma de entender la terapia

Siempre digo que no tengo todas las respuestas, y creo que eso también forma parte de ser una buena terapeuta: mantenerse abierta a seguir aprendiendo. Cuento con una base sólida de formación y experiencia, pero cada persona que llega a consulta trae consigo una historia única, con matices, necesidades y ritmos propios. Y eso, lejos de ser un obstáculo, es algo que valoro.

Cuando algo que te ocurre requiere ir más allá de lo que ya conozco, no me cierro: investigo, estudio, me actualizo. Me implico. Porque no se trata de aplicar lo mismo a todo el mundo, sino de ofrecer un acompañamiento realmente ajustado a ti. No parto de cero, pero tampoco me aferro a lo que ya sé como si fuera lo único válido. Para mí, la terapia es también un espacio de aprendizaje y crecimiento mutuo. Tú aprenderás mucho de mí, y yo saldré más sabia al haberte conocido.


Me gusta trabajar en equipo con mis pacientes. Eso significa que no soy quien impone un camino, sino que vamos decidiendo juntas o juntos cómo avanzar. Podemos hablar sobre cómo va la terapia, si algo no está funcionando, si algo necesita cambiar. Incluso las tareas o ejercicios que propongo no son un “deber” inflexible: me importa que tengan sentido para ti, que sepas por qué las propongo, y que te sientas parte activa en el proceso. Si algo no encaja, lo ajustamos. Si hace falta simplificarlo o cambiarlo por completo, lo hacemos. Porque creo que la terapia funciona mejor cuando ambas partes colaboran y hay un diálogo abierto.